La anticafetería es la nueva tendencia en cafeterías y hostelería

Puede resultar contradictorio este titular, pero te lo vamos a explicar para que se entienda bien. Queremos informar acerca de un nuevo concepto, muy disruptivo, en el ámbito hostelero.

Se trata de la anticafetería. 

Una anticafetería, por otro lado, no es un negocio opuesto a una cafetería, que es lo que esta denominación en principio podría sugerir. Simplemente, revisa uno de los contenidos fundamentales de los servicios de una de ellas: ¿por qué pagamos?

Las instalaciones son similares a las de una cafetería, pero no vamos a pagar por lo que consumimos en ella, sino por el tiempo que pasamos en este lugar.

Este cambio de sistema se basa en la conclusión de que numerosas personas acuden a estos establecimientos con la prioridad, en lugar de consumir, de reunirse. 

Sin duda, las cafeterías son unos sitios muy adecuados para organizar reuniones tanto formales como informales. Son espacios muy neutros, en los que prácticamente cualquier persona puede sentirse cómoda. Valen tanto para montar una sesión de trabajo como para concertar una cita de Tinder.

No obstante, hay una pega que, en este sentido, caracteriza a los locales convencionales. La estancia en ellos no está ligada a lo que hagamos en sus instalaciones, sino a consumir. 

Por eso, no son pocas las personas que sienten la obligación, aunque no les apetezca, de consumir para seguir utilizando los salones. Se trata de una experiencia que incomoda tanto al cliente como a quien regenta la cafetería, ya que implica forzar las consumiciones. 

Por tanto, la conclusión a la que han llegado los diseñadores de las primeras anticafeterías es que sus servicios deben ser pagados por tiempo de estancia y no por consumiciones, que también pueden ser realizadas en estos locales. 

El método de pago es muy similar al de los aparcamientos; una hora de anticafetería nos puede salir por cinco euros, menos de lo que suelen costar las consumiciones mínimas en los establecimientos tradicionales. 

Incluso podemos estar todo el día en una anticafetería por alrededor de veinte. Las primera se fundó en Rusia, y este modelo ya ha sido exportado con éxito a grandes capitales europeas y norteamericanas, como París, Londres, Roma y Nueva York.